MAXIENCUADRO EN C-APS
A Laura la conocí en El Centro de
Todas las Cosas. Fuí a la clausura, después de ver su trabajo en el blog. Fué
toda una experiencia. Laura había montado un hospital de curación de plantas y
podías llevar cualquiera que estuviera pachucha o se estuviera secando para
que intentara recuperarla o darle supongo un poco de amor.
En el Descuartizamiento del Centro,
como lo llamaron, ofrecieron jamón serrano, sin D.O., envasado al vacío y
enmarcado, para que te pudieras llevar a casa una suculenta obra por 10 €.
Después de venderse todos (unos treinta) en menos de media hora, nos fuimos con
el anfitrión del espacio hacia los aposentos interiores donde pusimos en
funcionamiento una antigua chimenea que hacía años que no se usaba, utilizando
para prender la madera de los bastidores de uno de los cuadros usado en la
exposición. Así fué el descuartizamiento y así es Laura, imprevisible,
divertida, lúdica y bromista, con un humor ácido e ingenuo que no deja
indiferente a nadie. Debido a su relación con David Pantaleón, realizador de
cortos igualmente sorprendentes y vitales, ha desarrollado una actividad como directora artística o
“decoradora”, como diría Gil Parrondo, que le ha servido de caldo de cultivo para desarrollar los temas
tratados en sus minis. Porque el
decorador en cine es un concepto completamente distinto al decorador en
interiorismo. Mientras en cine el decorador es el “hacedor de decorados de
platós”, es decir un creador, en interiorismo (cf. Adolf Loos Ornamento y
delito), es el que rellena, viste, abriga los espacios.
El dominio de la técnica de la
maquetación, la realización de pequeños artilugios escenográficos, le ha
permitido expresarse con seguridad en sus miniencuadros, que no son otra cosa
que escenografías imposibles para películas improbables, o quizá no tanto. La
realización de su trabajo se hace con total honestidad y con la técnica más
humilde, la artesanía, reivindicando con ella postulados ya presentes en épocas
tan distantes en el tiempo como el anglosajón Arts&Crafts de finales del
XIX.
Desde el punto de vista de
experimentación museológica, laura es muy interesante para nosotros por ilustrar la relación de su trabajo con la de
las maquetas de arquitectura e interiorismo donde se pone a prueba un espacio a
escala para su visualización y experimentación, en una época donde los sistemas
informáticos, las renderizaciones y el modelado virtual, parecen barrer todas
las técnicas anteriores en el tiempo, Laura reivindica el trabajo manual, pero
desde el conocimiento de los nuevos sistemas, dejando ver que el futuro, como
siempre, no es el barrido del pasado, sino la capacidad de transfusión con
éste, en una mixtificación necesaria.
Pero Laura va mucho más allá.
Impelida por la fuerza arrolladora del Cine, critica, piensa, reflexiona,
propone y juega con sus hombres de plástico, los enfrenta a escalas y objetos
recontextualizados de manera que surge un nuevo espacio, una nueva historia, el
magma del cine. Porque el cine es eso, un sueño despierto en el que suceden las
historias que pasan cuando duermes.
En el camino de los hombres de
plástico, nos propone un recorrido a través sus obras, enlazándolas por medio
de cintas de colores, cruzando el espacio donde se asienta la exposición,
utilizando los distintos objetos que se encuentra, desde el mando de un grifo
hasta la iluminación de un expositor, situando a sus pequeños hombres y
mujeres, buceadores, electricistas o pintores, habitantes de su mundo, en el
centro de este universo, en el que no se va a ningún sitio, sólo se recorre el
camino que a cada uno le ha tocado, toda una metáfora de la vida misma.
imágenes de la instalación de Laura Millán en la exposición de C-aps experience en aceropuro
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